Rodrigo Canales Gutiérrez
rcanales@innovalaw.com.mx
Universidad Iberoamericana
Vivimos en la era de la inmediatez, todo es rápido, casi instantáneo. Mientras la tecnología sigue avanzando a pasos agigantados, haciendo las comunicaciones más rápidas y eficientes, reduciendo las distancias entre nosotros, los negocios aprovechan esta conectividad evolucionando nuestros productos y servicios. Estos avances nos presentan una realidad en la que estamos acostumbrados a comprar nuestro café a cualquier hora del día, en establecimientos donde lo hacen con granos de café molidos específicamente para nosotros, preparado a nuestro gusto según nuestras especificaciones, y servido en un vaso con nuestro nombre; una realidad en la que podemos hacer operaciones bancarias en minutos y desde la palma de nuestras manos; una realidad casi instantánea.
Sin embargo, esta realidad tan cómoda e instantánea no abarca todos los aspectos de nuestras vidas, y suele chocar con la realidad de la industria de prestación de servicios legales, que ha operado de la misma manera desde hace décadas, cambiando poco y lentamente a lo largo de siglos. No es sorpresa para nadie que los servicios legales estén centrados en los abogados y no en los clientes, tampoco es raro encontrarse con cobranzas de acuerdo a tarifas por horas, que pueden inflar las facturas premiando la ineficiencia del abogado. En fin, parece que la realidad moderna choca de frente con la realidad tradicional y anacrónica de algunos abogados.
Ahora, el panorama no es tan pesimista, pues esta modernidad ha motivado una evolución de la prestación de servicios. Así han surgido nuevas tecnologías, nuevas industrias y, por lo tanto, nuevos clientes con nuevas necesidades, que han dado lugar a nuevos modelos para la prestación de servicios legales. Estos clientes modernos y sofisticados esperan que sus abogados sean socios estratégicos, verdaderamente comprometidos, y que estén siempre presentes, y no de manera transaccional como un proveedor más. Los abogados del siglo XXI deben de estar presentes cuando sus clientes toman decisiones, considerando las consecuencias de estas decisiones en todas las áreas del negocio, buscando minimizar los riesgos.
La modernidad y las nuevas tecnologías han llevado a los abogados a comenzar a modernizarse, diseñando así nuevos modelos de negocios que abarcan la prestación de servicios legales de forma remota, permitiendo a los clientes acceder a la asesoría legal que necesitan sobre asuntos específicos. Entre estos modelos está el modelo legal como servicio.
Entender el trabajo legal como servicio consiste en ofrecer robustos planes de suscripción temporal con un rango de servicios y tareas claramente definidos. Los beneficios para los clientes son claros, su alcance está bien definido y el precio es completamente transparente, dejando atrás las tarifas por horas y la facturación interminable. Este modelo tiende a convertirse en un excelente complemento para los asesores legales internos, los abogados de empresa, o incluso en una forma completamente tercerizada de acceder a servicios legales.
El uso de la tecnología es una pieza clave para entender lo legal como servicio. Cada vez existen más empresas que utilizan software basado en la nube, y el segmento de documentos digitales es uno que evoluciona rápidamente, facilitando esta nueva forma de trabajar para los abogados. Este software de colaboración debe permitir tanto a los abogados como a sus clientes utilizar las mismas plataformas para una colaboración verdaderamente eficiente.
Honestamente, es interesante y esperanzador ver cómo el mundo legal comienza a adaptarse a los tiempos modernos.
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